La miel de abeja es el resultado de un proceso realizado por las abejas, que utilizan como materia prima el néctar que obtienen de las flores. Durante la recolección del polen y el néctar de las flores, las abejas contribuyen a la polinización de los cultivos, mejorando los ciclos productivos y de las flores silvestres: de esta manera favorecen la biodiversidad ambiental.
La miel de abeja cruda es aquella que no ha sido calentada por encima de 43 grados ni sometida a ningún proceso, a diferencia de la miel industrial, la cual se pasteuriza. En la miel pura podemos encontrar calcio, cobre, hierro, magnesio, manganeso, zinc, fósforo y potasio. Además, aminoácidos; ácidos orgánicos; vitaminas B, C, D, E; y antioxidantes.
A continuación, algunos de sus beneficios:
- Nos provee antioxidantes: polifenoles que nos ayudan a atacar los radicales libres que aceleran la degeneración de las células.
- Tiene propiedades antimicrobianas y antifúngicas: contiene peróxido de hidrógeno, que tiene propiedades antisépticas; pero sin duda es un remedio casero, ya que no provee una cura para una infección grave.
- Ayuda a cicatrizar heridas: siempre y cuando sea una miel estéril y no comprada en el supermercado.
- Ayuda al ardor de garganta y al tratamiento casero del virus de gripe común.
- Efectiva para problemas gastrointestinales: es una ayuda en el tratamiento del Helicobacter pylori y es prebiótico, lo que significa que sirve de sustrato alimenticio a las bacterias buenas que viven en el intestino.
Precaución en bebés:
Sin embargo, este beneficioso alimento puede ser contraproducente para los pacientes con hígado graso, pacientes con síndrome de intestino irritable; tampoco es recomendado para personas con intolerancia a la fructosa o niños menores de 1 año, ya que puede tener una bacteria, conocida con el nombre de Clostridium botulinum.
Fuente: El Universo
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